La historia de la mujer en el cine nacional está llena de protagonistas que nos muestran el testimonio vivo de sus innumerables aportes en la construcción, consolidación y crecimiento de esta industria. Para confirmarlo basta iniciar con la revisión de las obras de pioneras como Gabriela Samper, Marta Rodríguez y Gloria Triana con un gran aporte desde la perspectiva documental y de visibilización de comunidades y temas poco abordados hasta entonces. Así mismo, dar una mirada a la obra de la norteamericana Kathleen Romoli, sus estudios etnohistóricos y académicos que trascendieron la pantalla. El trabajo del colectivo Cine Mujer y su inagotable lucha por la equidad de género en el cine y por contar historias que visibilizaron el rol de la mujer en la sociedad.
Especial mención merece la obra de Camila Loboguerrero, quien no solo desempeñó distintos roles en el contexto de la industria, sino que se destaca como la primera mujer directora de una obra argumental: Con su música a otra parte (1984), historia de una mujer que rompe paradigmas. Camila sigue hoy trabajando en la industria desde las sociedades de gestión colectiva y su reivindicación por el tema de los derechos de autor.
Cada nombre, cada autora, actriz, productora o directora es digno de un capítulo aparte. Enumerar sus aportes es una tarea felizmente interminable, que deben ampliarse y fortalecerse. Podríamos iniciar con Inés Rendón (Nido de cóndores -1926), una de las actrices colombianas de la primera época de nuestra cinematografía; continuar con Kathleen Romoli y sus documentales que enriquecieron el debate académico en el país; mencionar también a Camila Loboguerrero, primera mujer colombiana que dirigió y llevó a las salas un largometraje en Colombia; y continuar con Teresa Saldarriaga y su extensa obra en cine y televisión. Aún así, lo sabemos, la lista se quedará corta.
Mención especial merece Cine Mujer, un colectivo que especialmente durante la década de los 80 imprimió una nueva forma de contar en el cine y, vale la pena recalcarlo, un enfoque de género a las historias que se veían en la gran pantalla. A este colectivo debemos títulos como A primera vista (1979); Paraíso artificial (1979); ¿Y su mamá que hace? (1981); Carmen Carrascal (1982) y ¿En qué estamos? (1982).
En el colectivo Cine Mujer vale la pena destacar los nombres de Eulalia Carrizosa, Dora Cecilia Ramírez, Sara Bright, Clara Riascos y Patricia Restrepo, quienes sin duda lograron importantes avances a la hora de la inclusión de las mujeres en una industria que, si bien desde sus inicios contó con la participación femenina, siempre fue un reflejo de sus respectivas épocas, dando protagonismo a autores, directores y productores sobre sus contrapartes femeninas.
Las producciones de Cine Mujer destacan por lo que contaban y cómo lo contaban. Como explica Clara Riascos, una de las integrantes del colectivo: “Nosotras decidimos que todas haríamos de todo. Cámara, edición, guion, fotografía, todo. Fue un laboratorio en el que aprendimos mucho”.[1] Fiel reflejo de la obra de Cine Mujer es ¿Y su mamá qué hace? (1981) que nos cuenta una historia tan vigente en la fecha de su creación como en la actualidad: mujeres que hacen un gran esfuerzo día tras día, pero cuya labor es poco o nada reconocida.
Hablar hoy de mujer y cine colombiano es, entonces, la oportunidad para abordar de nuevo títulos que nos permiten contar y descubrir historias bajo una mirada única, mediada por supuesto por las diferentes épocas, los intereses artísticos de sus autoras y los retos que han representado hacer cine en Colombia, siempre bajo la óptica de las mujeres. La historia continúa escribiéndose hoy con nombres que hacen parte fundamental del cine nacional y que, trascendiendo las invaluables iniciativas de las pioneras, han puesto sus propios nombres en la extensa lista de mujeres que construyen y consolidan el cine colombiano.
Los años recientes han traído otros nombres que han dejado, por mérito propio, un legado que se sigue construyendo. Basta mencionar a Clara María Ochoa, que con su productora CMO Producciones, ha sido responsable de algunas de las películas más importantes de los últimos años (Soñar no cuesta nada, 2006; Del amor y otros demonios, 2008; Siempreviva, 2015; entre otras); a Carolina Barrera, también productora, cuya labor hizo parte de títulos como La pena máxima (2001, asistente de producción) o Te busco (2002, productora ejecutiva) o Perro come perro (2007) además de documentales y series animadas tanto para cine como para televisión (Qué culpa tiene el tomate, 2009; La señora de los televisores, 2006; OOOMM MMOOOO, Yoga para niños, 2009; y Virus tropical, 2018).
Cabe también mencionar a Alina Hleap, quien desde su labor como jefe de producción estuvo a cargo de la importante serie televisiva Revivamos nuestra historia (1979-1987), o quien fungió como asistente de producción en La mansión de la Araucaima, clásico del cine nacional dirigido por el destacado y recordado Carlos Mayolo. Posteriormente, en la labor productora hizo parte de títulos como El Rey (2004), Yo soy otro (2008), Recuérdame (2010) y La sargento Matacho (2015), entre muchos otros.
En tiempos en que el rol de la mujer es parte del debate público, cuando las luchas por reivindicar derechos y espacios está más vigente que nunca en escenarios en los que el cine está lejos de ser una excepción, vale la pena recordar estos nombres, que por supuesto no son todos. Subrayar que las mujeres siguen fortaleciendo y ampliando sus roles en la industria, para seguir contando historias desde su mirada única y distinta.
Alexandra Falla Zerrate, directora Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano
[1] Mujeres robando pantalla: cuando Cine-Mujer quiso mostrar otros mundos en Colombia, portal Vice Colombia https://www.vice.com/es_co/article/bnq8ba/mujeres-robando-pantalla-cuando-cine-mujer-quiso-mostrar-otros-mundos