Una nueva sesión de Memoria Activa se vivió el pasado 6 de mayo con la proyección de tres productos del cine silente, ya no solo colombiano, sino latinoamericano. Bolivia, México y, por supuesto, Colombia, hicieron parte de este encuentro que, como en ocasiones anteriores, convocaron a expertos y amantes del cine a esta proyección virtual a través de la plataforma Zoom.

Con la presencia de Enrique Ceballos (director general del Festival Internacional de Cine Silente México) y Alfonso Gumucio Dagron (realizador e historiador de cine boliviano y latinoamericano) , durante la jornada se tuvo la oportunidad de explorar tres obras clásicas del cine silente del continente con las obras “El Bolillo Fatal” (Bolivia, 1927), Tepeyac (México, 1917) y El amor, el deber y el crimen (Colombia, 1926), tres testimonios vivos de la cinematografía latinoamericana que nos permitieron reconocer en la pantalla los primeros pasos del cine en la región.

Ambientada en la Bogotá de los años 20 y en los otrora tradicionales carnavales de estudiantes, El amor, el deber y el crimen, es uno de los filmes más importantes del cine silente colombiano. Dirigida por Vincenzo di Doménico y Pedro Moreno Garzón, narra la historia de una mujer que, a punto de casarse, se debate entre la posibilidad de continuar con su compromiso o abandonarlo a causa de un pintor y boxeador que conoce días antes de contraer nupcias.

Radicalmente opuesta es la historia de Tepeyac, en donde sus directores José Manuel Ramos, Carlos E. Gonzáles y Fernando Sáyago, narran durante más de 60 minutos la historia que gira en torno a las apariciones de la Virgen de Guadalupe, a través de una mujer que, al perder a su futuro esposo, se entrega a las lecturas sobre apariciones de la popular virgen. Toda una mezcla de ficción y realidad documental que retrata un pueblo con sus costumbres populares, religiosas y paganas.

Otro abordaje a la pantalla, pero no con menos drama, es El Bolillo Fatal o El emblema de la muerte, un corto documental boliviano rescatado en el año 2012, y en el que su director, Luis Castillo, nos lleva a través de escenas crudas y reales, tras los pasos del fusilamiento de Alfredo Jáuregui, hombre acusado de cometer el magnicidio del general y expresidente José Manuel Pando.

La proyección de las tres películas nos permitió hacer un recorrido por aquellos primeros años del cine latinoamericano. Silentes pero impactantes. Así mismo nos permitieron ver las sutiles diferencias y similitudes compartidas por el cine latino al dar sus primeros pasos con algo de firmeza.

Similitudes como la censura, las tramas a veces de amor romantizado y otras veces con fuerte contenido político; las limitaciones compartidas y la creatividad que les permitió sobrevivir; o las siempre compartidas historias de materiales que parecen haberse perdido para siempre hasta que un golpe de suerte las rescata de algún rincón perdido fueron, a su vez, protagonistas del conversatorio.

Memoria Activa, que inició el 31 de marzo con un ciclo de cine experimental colombiano, continúa con su etapa de cine silente este 13 de mayo con la proyección de La tragedia del silencio, filme de 1924, dirigido por Arturo Acevedo Vallarino y restaurado en 2019 por la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano.

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Presentación Conversatorio Cine Silente Latinoamericano:

Memoria ACTIVA 2020 CINE SILENTE LATINOAMERICANO