Memoria Activa es un reencuentro necesario sobre nuestro cine. Una película se convierte en la excusa perfecta para abordar con una nueva mirada -matizada por el paso de los años- algunas de las obras que marcaron el ya largo camino de la cinematografía de Colombia.

Durante varios meses Memoria Activa reunió bajo las estrellas, la luna y, a veces, la lluvia, a un sinnúmero de espectadores que se sentaban frente a la pantalla para recorrer historias que han marcado nuestra filmografía durante más de un siglo.

Sin embargo, ante la nueva realidad que nos obliga a permanecer físicamente aislados, Memoria Activa se traslada a nuevos escenarios y plataformas para seguir llevando a las pantallas algunos de los títulos de nuestra filmografía. A través de Zoom nos conectamos para seguir realizando los conversatorios y proyecciones de Memoria Activa, primero con una etapa de cine experimental y pronto (mayo 6) con la fase de cine silente.

Acompañados por importantes panelistas del ámbito académico y cinematográfico, los conversatorios de este nuevo enfoque de Memoria Activa, iniciaron su etapa de cine experimental con la proyección de La Langosta Azul (1954) y continuaron días más tarde con María (1966) y, finalmente, con Las ventanas de Salcedo (1966) y A mal tiempo buena cara o La ópera del Mondongo (1975) de Luis Ernesto Arocha.

Entre los elementos que hacen de Memoria Activa un lugar distinto están, no solo las proyecciones de películas que de otra manera quizás el público no podría disfrutar, sino también los conceptos y aportes que hacen los expertos previamente a cada proyección y que nos ayudan a entender el contexto, las experiencias que marcaron la producción o significados de momentos y elementos de la película.

Actores, productores, directores, académicos o cualquier persona que haya participado o conocido de primera mano la realización del filme en cuestión, ponen a disposición de Memoria Activa sus palabras para darnos una interpretación que nos ayudará a disfrutar de la obra desde una perspectiva más cercana y completa.

El programa Memoria Activa surge de una serie de reuniones que la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano sostuvo con universidades de Bogotá en la búsqueda de proyectos que permitieran socializar y darle mayor y mejor circulación a los materiales obtenidos, conservados, restaurados y digitalizados por la Fundación.

Cada proyección es una oportunidad para exhibir, para sacar a la luz estos materiales y ponerlos a disposición de, no solo de estudiantes y académicos, sino también del público en general que busca conocer más de esa memoria que se ha logrado rescatar y conservar para enseñarnos las historias que se contaban en nuestro cine durante las décadas pasadas, en los diferentes periodos del cine nacional, y, por supuesto, la forma en que se contaban.

Memoria Activa es, en resumen, un abordaje especial y consciente a nuestro cine, a nuestro Patrimonio. Un rescate de nuestro acervo para sacarlo del archivo o del olvido y llevarlo de nuevo a la pantalla.

Hoy las estrellas, la luna y la lluvia no pueden ser nuestro telón de fondo. Pero Memoria Activa se mantiene de manera virtual, al menos temporalmente, y se traslada hacia las nuevas plataformas para, en medio de la cuarentena, seguir convocando al público colombiano a conocer el inmenso y valioso metraje del cine colombiano.

Por eso nos mantendremos conectados con nuestro público y nuestros seguidores invitándolos a estar a atentos de las fechas de los próximos conversatorios que, a partir del 6 de mayo, iniciará una etapa en la que veremos algunos títulos del cine silente colombiano y latinoamericano, con las películas Tepeyac (México 1918), El bolillo fatal (Bolivia 1927) y El amor, el deber y el crimen (Colombia 1926).