DE LA CINEFILIA AL CENTRO DE CULTURA AUDIOVISUAL
CAPÍTULO 4: DE LO FÍLMICO A LO AUDIOVISUAL

Por: Rito Alberto Torres
Subdirector Técnico
de la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano

Los cineclubes y cinematecas permitían estudiar el cine como arte por excelencia del siglo veinte, en algunos casos tener noticias sobre la producción nacional y un limitado acceso a copias del cine propio, pero el poder exhibir retrospectivas más o menos completas y significativas de la historia del cine, le estaba reservado a instituciones más antiguas, respetadas y con recursos como las de Europa y Estados Unidos o directamente a las grandes productoras conocidas con el anglicismo las majors (las mayores, las más poderosas). Producir y estrenar una historia del cine en soporte fílmico era un evento muy costoso, debido a que además de negociar los derechos con diferentes productores alrededor del mundo, era necesario duplicar desde negativos los fragmentos de las películas y realizar un montaje que se debía positivar en nuevas copias.

Producir una historia del cine en soporte fílmico era un evento muy costoso, debido a que además de negociar los derechos con diferentes productores alrededor del mundo, era necesario duplicar desde negativos los fragmentos de las películas y realizar un montaje que se debía positivar en nuevas copias. Para luego telecinar de cine a video, para la distribución en la televisión comercial. Toda una superproducción desde el punto de vista técnico que solo los grandes estudios podían darse el lujo de realizar.

En 1978 20th Century Fox distribuyo para cine y televisión, Esto es Hollywood. Recopilación de clips de famosas y reconocidas, a nivel mundial, producciones de Fox.

Sin embargo, la llegada de la imagen conformada electrónicamente en cinta de video en formatos caseros primero de Betamax y después VHS, hizo posible mostrar recopilaciones de los momentos estelares del cine de todos los tiempos. Fue gracias al telecinado, es decir a la captura de la imagen fílmica desde los fotogramas y su transferencia a señal electrónica analógica de video, que el cine pudo contar su historia. Una historia que mostrará por lo menos los momentos más representativos, una historia con presencia de cinematografías y países que estaban hasta ese momento solamente mencionadas en libros, una historia que daba cuenta de lo trascurrido, una historia con pretensión universal y total.

La masificación del video fue la puerta que se abrió para cineclubes y cinematecas a través de la cual se obtuvo el acceso a la historia del cine que hasta ese entonces estaba restringida a los momentos destacados de lo fílmico, solo proyectables desde soporte fotoquímico. Los puristas vieron en ese medio y en la imagen electrónica una degradación de la calidad porque la nitidez y definición de la imagen fotoquímica del cine nunca se alcanzó con la imagen electrónica analógica en video.

Cuando el león ruge, la historia de un imperio de Hollywood.1992. Es una serie documental para televisión de seis horas, que se dio a conocer también en box set de video. Sobre los estudios Metro-Goldwyn-Mayer, desde 1924 hasta su declive en los años 80. Se muestran fragmentos de “casi todas” las películas de MGM.

El sentido patrimonial del cine se había comenzado a evaluar, comparar y consolidar, y un público nuevo pudo conocer los grandes hitos de su desarrollo. En las regiones apartadas de los centros urbanos y en las mismas periferias de las grandes ciudades florecieron los video clubes. Las copias en casetes de cinta magnética de video doméstico permitían disfrutar y estudiar el cine. No es extraño entonces que la Unesco hiciera pública en 1980 la Recomendación sobre la Salvaguardia y la Conservación de las Imágenes en Movimiento, documento base para la creación de nuevas cinematecas y archivos fílmicos, y para formular las políticas de Estado que le han dado carta de ciudadanía al patrimonio audiovisual.

Las películas pudieron conversar entre ellas, esto quiere decir que surgió la posibilidad de contextualizar, relacionar y comparar producciones de diferentes épocas, procedencias y autores. Se amplió la reflexión sobre el cine y en general sobre la imagen en movimiento. Es por esta década de los años ochenta que se comienza, por lo menos en español, a utilizar el término audiovisual, porque ni al comienzo del cine sonoro, ni siquiera a los inicios de la televisión se les designo como acontecimientos audiovisuales. La nueva cultura audiovisual se fue masificando de manera lenta pero sostenida, ya que además resultó más económica. Los costos de soportes y aparatos reproductores permitieron llegar a un público más amplio. Cuando no se contaba en las cinematecas con negativos de imagen y sonido de un título determinado, se restringía el acceso a las copias únicas en cine hasta lograr duplicarlas para no poner en peligro la integridad de los contenidos, pero una vez telecinadas, se hizo posible acceder a las colecciones audiovisuales del cine, ahora en video, haciéndolas fácilmente reproducibles en nuevas copias sin los costos del fotoquímico o fílmico.

En el portal web de Unesco se pueda consultar y descargar la Recomendación sobre la Salvaguardia y las Imágenes en Movimiento

El soporte en cinta magnética de la imagen electrónica que venía transferido de cine permitió también a través de los formatos domésticos de video (Beta y VHS) acercar a un público nuevo que interesado por la motivación y el sitial en que las cinematecas habían encumbrado las grandes obras del cinematógrafo y algunas otras, se sentía forzado a visionar esos hitos de la historia del cine ahora disponibles con menor calidad de imagen, pero asequibles, visibles y consultables. Se da entonces el inicio de la desmitificación del “cine arte”, una categoría destinada al disfrute de especialistas como parte de una cultura de elite que durante mucho tiempo se constituyó en paradigma, pero que hoy “saltó en pedazos” con la irrupción de la disponibilidad de contenidos de todo tipo en internet.

El acceso a los mitos e hitos del cine como arte a través de su divulgación en video analógico posibilitó el acercamiento de las obras cinematográficas a otros públicos, como ya lo anotamos, entre ellos el académico. Se descubrió que el cine no solo servía para aprender de él en sí mismo, sino para educar en diversas disciplinas o materias aprovechando la multiplicidad de contenidos que el relato cinematográfico presenta. Esto permitió convertirlo en una herramienta pedagógica para la educación a todos los niveles. Las películas entraron a hacer parte de las reflexiones de los discursos de las ciencias humanas y sociales, posibilitando enfoques de género, políticos, históricos y un sinnúmero de interpretaciones tanto desde el punto de vista técnico, como estético e ideológico. La imagen electrónica analógica devolvió nuevamente el cine, gracias a la televisión, a la experiencia individual, al mundo de Edison, el cual se potenciará en el siglo veintiuno de manera exponencial.

Los clásicos en el soporte de devedé, todavía disponible, pese a su anunciada desaparición por obsolescencia tecnológica

Las “imágenes de archivo” disponibles en video fueron ampliamente apreciadas y aprovechadas por los documentalistas, quienes comenzaron en este decenio de los ochenta a utilizar los registros de tipo documental de noticieros cinematográficos donde se recogían los acontecimientos históricos sucedidos, los personajes y las geografías, para incorporarlas a las narrativas de sus propuestas audiovisuales que se mostraban ante todo por los canales culturales y educativos de la por entonces llamada “pantalla chica”. El acervo documental audiovisual que conservan las cinematecas y archivos fílmicos se constituyeron en un insumo para la producción de nuevos notas informativas y documentales que ahora han logrado, después de la revolución digital, llenar de nuevo las salas de cine y conformarse en una opción adicional en la programación de los cines comerciales: la de los “documentales de autor”.

Otro acontecimiento que ocurrió con la llegada de la imagen electrónica fue la incorporación de las películas y registros en video analógico a los acervos que conservan las cinematecas. Por eso se agregaron a los rollos en fílmico, las cintas y casetes de video y los registros sonoros en una variedad de nuevos soportes en sus diferentes formatos. Es aquí donde emergieron géneros tan importantes como el videoarte, el cual se constituyó en una particular forma de “expresión artística” a partir de las imágenes en movimiento.