EDITORIAL JUNIO

 

La exposición “Entorno al Cine” que sirvió como pretexto para narrar la capital del país desde el audiovisual fue un éxito, la afluencia de visitantes que logró reunir en un espacio común nos alegra y nos hace meditar sobre nuestro propósito como salvaguardas del legado audiovisual.

En esta muestra no solamente el cine, sino también las diferentes formas por las que este fue divulgado conformaron parte de una interesante reflexión entre imagen-movimiento y estructura: dos velocidades que impactan la forma en la que reconocemos el mundo. La primera, puede ser tomada como fantasmagoría y visión, mientras que la segunda representa el sedimento y la renovación, recurso necesario para el tránsito histórico de formas.

La capital colombiana es un corazón abierto de transformaciones y símbolos. La exposición de cine silente que hace unos años la Fundación llevó a cabo en el monumento de los Héroes, da cuenta de una realidad en la que el pacto simbólico entre imagen y ciudad, evidencian procesos de reconstrucción de la memoria, es decir, emparenta formas disímiles en una expresión común: identidad.

El sociólogo norteamericano Richard Sennet, mencionó que ante la imposibilidad de comprender la totalidad de la historia, era necesario ser valiente ante los vacíos que hallábamos en ella, porque era ahí, en esos espacios no enunciados, donde se podía recuperar la memoria.

Si bien, este valor nos lleva a transitar entre los fogones de la imaginación, de la búsqueda por la unidad para así poder llevar a cabo una toma de consciencia radical de nuestro presente y de nuestro porvenir. Por este motivo, la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano intenta dentro de este juego de posibilidades contextuales, resaltar la condición histórica de la ciudad, de la nación y de nosotros como sujetos que fluyen, cual peces, en aguas en las que la identidad se baña para conseguir la reflexión y así también permanecer en la consciencia de la modulación y de los cambios.

El experimento de tomar el cine como un elemento transformador dentro de la construcción de la ciudad sugiere el camino para seguir el rastro de la memoria a partir de diferentes temáticas y perspectivas. Cine y ciudad, moda y folclore son algunos de los elementos afines que cumplen la misma misión y que fluyen entre sí para inquirir sobre quiénes somos, la pregunta más genuina de todas y que desde muchos ámbitos hemos tratado de responder mediante las humanidades, la técnica y la ciencia.

En nuestro caso, estamos muy honrados por poder crear, desde la conservación y restauración de la cinematografía nacional, si no respuestas, al menos, preguntas más vitales.

se ha desarrollado la exposición que honra la cinematografía como una forma inminente de exponer la historia al trasluz de la imagen en movimiento.

Para celebrar la memoria audiovisual, se ha contado con una selección de materiales del Centro de Documentación y de la Biblioteca de la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano, con el fin de configurar, mediante la exposición de materiales como carteles, revistas, fotografías, anuncios de prensa y una selección de las películas nacionales restauradas, un recorrido a lo largo de la historia de nuestro cine.

El propósito de la exposición es mostrar a los visitantes las condiciones de la producción, distribución y exhibición de las películas que han marcado una trayectoria a lo largo del derrotero cinematográfico del país, todo esto en paralelo con reconocidas producciones extranjeras.

El año con el que comienza este ejercicio diacrónico es 1915, fecha de la que aún se conservan algunos fragmentos fílmicos como el “Drama del quince de Octubre” dirigida por los hermanos Di Doménico y que hoy en día puede ser apreciada en video digital y en alta resolución gracias a la tarea de restauración y rescate de la FPFC puesta en servicio para la consulta y la reutilización de los usuarios.

Hasta el momento esta exposición ha sido una de las más frecuentadas del Museo de Bogotá, pues, entre el 11 de abril, día de la inauguración, y el 13 de mayo se han registrado 8.535 visitantes. Del mismo modo, el auge de una muestra como esta ha sido tan grande que ha avivado el interés por temas como el cine de barrio, por lo que teatros como el Santa Cecilia (en Olaya Herrera), el Calypso (en Santa Isabel), el Sucre (en Restrepo), el Ezio (en Galán) y Las Cruces en el barrio de este nombre, han referenciado la exhibición.

Así mismo, el público se ha sentido entusiasmado con los elementos asociados a la salvaguarda del patrimonio cultural de la capital, por este motivo los carteles y el material bibliográfico han sido observados como documentos históricos que suscitan curiosidad. De lo que lleva la exposición, los asistentes muestran interés por los procesos y oficios del cine, así como por la elaboración de los carteles y las piezas divulgativas.

Por su lado, la proyección de películas restauradas como la comedia musical “Allá en el trapiche” de 1943 o, “Sendero de luz” y “El sereno de Bogotá” ambas de 1945, cumplen con la misión de acercar al público a uno de los momentos más relevantes de la historia del cine nacional, como por ejemplo el nacimiento de personajes como el campesino o el minero, impensables durante mucho tiempo dentro del canon de representación del cine.

Cabe destacar que dentro de las cintas que hacen parte de la exposición, la más vista ha sido “Rapsodia en Bogotá” (1963) del director José María Arzuaga, quien registra el transcurso circular del tiempo −de un amanecer a otro− para detallar la cotidianidad bogotana. Los visitantes, en su mayoría, se sienten tan fascinados por este documento audiovisual que incluso indagan cómo tener acceso a este título.

Por Alexandra Falla, directora de la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano.