Del 14 al 16 de septiembre tuvo lugar el primer festival internacional de historia de Villa de Leyva, uno de los municipios que más guarda, entre sus casas y calles coloniales, el legado de otros tiempos: otras voces y otras maneras de reconocernos en el pasado. El propósito de este evento estribó entre la reflexión de la historia como un eje transversal a todas las prácticas sociales, políticas y culturales, y también en relatar los diversos acontecimientos – cruciales para el desenvolvimiento de nuestro presente− desde una óptica fresca y juvenil, en la que aficionados y expertos pudieran vincularse con este fenómeno.
En este contexto la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano y RTVC–Señal Memoria participaron de la celebración a la historia con la proyección de la trilogía restaurada “Amores y delitos”. Lo anterior en desarrollo del convenio de cooperación suscrito entre ambas entidades.
La importancia de una alianza como la que sostienen Patrimonio Fílmico y RTVC-Señal Memoria no solo estriba en la recuperación y socialización de la memoria audiovisual del país, sino también destaca la preeminencia que el material fílmico tiene para la historia colombiana.
De este modo, “El alma del maíz” (1995), “Amores ilícitos” (1995) y “Bituima” (1995) se proyectaron una a una durante las noches del viernes y el sábado en la plaza del Carmen. Así, las historias de investigación originadas a partir de la idea de un Gabriel García Márquez empecinado en comprender la dinámica social de diferentes sectores de la población durante el siglo XVIII, albores de la Independencia, tuvo lugar dentro del festival.
Las tres historias, basadas en casos del archivo de Indias pusieron de relieve el carácter circular de la historia nacional, en la que en medio de distintas encrucijadas los relatos sobre el racismo y la desigualdad, el valor de lo ancestral y la tenencia de tierras, nos persiguen como fantasmas que nuestra consciencia aún no ha hecho manifiestos, sino que se reiteran en medio de la latencia de lo no resuelto, de la deuda que debemos a nuestros yugos coloniales.
Vale la pena mencionar cómo dentro del espacio del Festival se le otorgó un lugar especial al cine, pues cada vez más cobra vigor la idea del análisis histórico a la luz de las relaciones entre cine y cultura. Lo anterior, permite comprender la construcción y el uso que las sociedades contemporáneas hacen, dentro de complejos procesos históricos, de modos específicos de representación y codificación fílmica, que a su vez se vinculan a modelos culturales y estéticos que dependen de sistemas ideológicos más amplios.
Por tanto, el ejercicio de promover un cine como el de la trilogía de “Amores y delitos” permite, como sugiere la historiadora Natalie Zemon Davis: “representar e imaginar a partir de un pensamiento experimental sobre el pasado en el que se da cuenta de cánones narrativos y formales que, a su vez, están ligados a poéticas de la representación”. Todo esto para tener más herramientas para interpretar nuestro pasado y discernir nuestro presente.