DE LA CINEFILIA AL CENTRO DE CULTURA AUDIOVISUAL
3. CAPITULO: DEL CINEARTE UNIVERSAL AL PATRIMONIO FÍLMICO NACIONAL
Por: Rito Alberto Torres
Subdirector Técnico
de la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano
De la Cinefilia al Centro de Cultura Audiovisual recapitula un transcurrir de la cultura audiovisual desde sus orígenes fílmicos hasta la época digital. En el tercer capítulo, se comenta como las cinematecas y nacientes archivos fílmicos tuvieron no solo que acopiar para sus acervos el cine arte universal, sino los restos, en algunos casos, de la propia producción nacional.
El interés inicial de las cinematecas y filmotecas fue el de conformar fondos de copias de los títulos más representativos del cine. La importancia de las obras de los grandes maestros norteamericanos, como D.W. Griffith o Edwin S. Porter; soviéticos, como Pudovkin o Eisenstein, alemanes como Murnau o el francés Abel Gance, entre otros, no permitía estimar debidamente la producción propia y dar comienzo a su rescate preservación y conservación.
Como lo comenta David Francis (1935), quien fuera desde el National Film Archive de Inglaterra uno de los archiveros europeos más influyente a nivel mundial: “en esa época, los archivos fílmicos solían estar más centrados en recopilar copias de clásicos internacionales reconocidos que intentar preservar sus respectivos cines nacionales. (1).
Francis, de manera contundente, explica el estado de la archivística audiovisual en esos años de los decenios cincuenta y sesenta: “la función de un archivo era recopilar películas realizadas por los directores europeos clásicos para no concentrarse, como hoy, en las películas realizadas en el propio país. También se prestaba escasa atención a las películas realizadas en las dos primeras décadas de la historia del cine (1895-1915), cortometrajes, documentales, noticiarios o cine amateur. Estas categorías que ahora se reconocen tan importantes como el largometraje y, de hecho, más importantes porque no sobrevivirían sin la ayuda de los archivos y cinematecas”. (2).
La alianza natural entre cineclubes y cinematecas tenía como objetivo primordial la formación de públicos con la proyección de ciclos y muestras ordenados de manera conceptual e histórica, usando como metodología la charla previa de presentación y el debate posterior con el público, además de la presentación del programa en una publicación escrita.
Por lo tanto, fue posterior al interés que suscitaban los clásicos del cine universal que se comenzó a estimar y a ver como complemento de las labores de una cinemateca el inventario de la producción nacional, la recuperación de los rollos, casi todos en nitrato, realizados antes de 1950, y la conformación de un archivo fílmico de las obras y registros de producción nacional. Esto explica en parte la pérdida de un porcentaje de las producciones propias sobre todo las correspondientes al cine silente, porque fue tardío el interés y la valoración que suscito el cine propio, desprovisto del aura de cinearte que los grandes clásicos europeos, soviéticos y estadounidenses ya tenían.
En 1955 Gabriel García Márquez (1927- 2014) asistió al Congreso de la Federación Internacional de Archivos Fílmicos FIAF en Varsovia, como delegado de la Filmoteca Colombiana. En sus informes y cartas a Luis Vicens (1904 – 1983) fundador y líder organizador, tanto del Cine Club como de la Filmoteca Colombiana, el escritor enfatiza la urgencia, acorde con la filosofía y propósitos de la FIAF, de conformar un acervo, no solo de las magnas obras de los grandes maestros del cine, sino también la urgencia de emprender la búsqueda y acopio de los ejemplares de la producción cinematográfica colombiana desde sus orígenes.
Por eso, desde el año de 1959, Hernando Salcedo Silva (1916-1987) al frente de la Cinemateca Colombiana, trasmutación de la Filmoteca Colombiana, pero siempre como dependencia, particularmente en lo económico del Cine Club de Colombia, da comienzo al inventario de la producción cinematográfica en Colombia. De igual manera para la recolección y acopio de los soportes de rollos en cine se implementó una política de compras. En un artículo de su autoría De la Historia del Cine Nacional que publicó en las Lecturas Dominicales, en el periódico el Tiempo el 6 de septiembre 1959, a los diez años de la función inaugural del Cine Club ocurrida en 1949, hace una invitación pública y un vehemente llamado: “[la cinemateca colombiana] está comprando toda película de largometraje filmada en Colombia con el fin de salvar este patrimonio cultural, antes de que el tiempo y el descuido las destruyan definitivamente”. Por estos mismos días Vicens dejaba el país, en compañía de su esposa colombiana, para proseguir en México su fecunda trayectoria de promotor cinematográfico cultural.
Sin embargo, la primera película nacional de la Cinemateca Colombiana no fue ninguna perteneciente al periodo del cine mudo colombiano, ni un fragmento de un largometraje, de los primeros con sonido, sino una que gracias a un accidente técnico se incorporó, como primer largometraje colombiano en los acervos fílmicos de la Cinemateca Colombiana. Se trata de la primera copia positiva de exhibición que se obtuvo en los laboratorios nacionales de El rio de las tumbas (J. Luzardo 1965), la cual no se consideró y como no se proyectó, le fue entregada a la Cinemateca Colombiana por esos mismos años.
Para 1969 Salcedo Silva desde la Fundación Cinemateca Colombiana en el informe anual a la FIAF, de la cual eran una entidad con membresía desde 1957, anunciaba que “dos son las películas nacionales que tienen actualmente” un fragmento de menos veinte minutos, único elemento que se pudo recuperar de Madre (Samuel Velásquez, 1924) y Bajo el cielo antioqueño (Arturo Acevedo, 1925) y remataba con acongojado realismo: “estos dos materiales en nitrato, están próximos a desaparecer sino se copian en acetato, proceso que por su costo, no puedo hacerlo la Cinemateca Colombiana”. (3). Bajo el cielo antioqueño, tendría que esperar hasta 1997 para ser preservada mediante duplicación fotoquímica a acetato de los rollos en nitrato de celulosa, y ya bajo gestión de la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano. En 2017, se logró, gracias a los recursos aportados desde el Fondo para el Desarrollo Cinematográfico, FDC a través del Programa Fortalecimiento del Patrimonio Audiovisual Colombiano, las masterizaciones, después de una restauración digital, en 2K.
Para esa época de los años sesenta y setenta, Salcedo Silva, personaje protagónico, a pesar de su proverbial modestia, en el desarrollo del cineclubismo y de las cinematecas en Colombia, ante la imposibilidad de contar con equipos como moviolas, para visionar los rollos que iba rescatando, y con la necesidad y curiosidad de conocer los contenidos de los rollos, todos en nitrato y algunos afectados por serios deterioros que impedían su exhibición, para no dañarlos al paso por los engranajes de los proyectores, visionaba los fotogramas a contraluz frente a una ventana. De esta manera desde la imagen fija de unos de los veinticuatro fotogramas por segundo, lograba identificar el encuadre, el tipo de vestuario, la iluminación e imaginar otros detalles, con los cuales escribía sus primeros acercamientos y discernimientos sobre las obras fílmicas recuperadas de la historia del cine nacional.
(1). Journal film of preservation. N.º 105. 11.2021. Interview with David Francis,
part 1 por Rachael Stoeltje. Páginas 89 a 101.
(2). Perfil de un archivero cinematográfico: David Francis. Publicado el 20 de mayo de 2013 por Bibliotecas IU Archivo de imágenes en movimiento. https://blogs.libraries.indiana.edu/filmarch/2013/05/20/profile-of-a-film-archivist-david-francis/
(3). Informe FIAF, Cinemateca Colombiana. Bogotá diciembre de 1969
Historia Social del Cine Colombia. Tomo 2 (1930-1959) / Álvaro Concha. 2021