IR A CINE POR PRIMERA VEZ 

 

UNA EXPERIENCIA INOLVIDABLE

Cuenta la historia que cada inicio de septiembre se conmemora la primera exhibición de cine en la ciudad de Bogotá, realizada en el año de 1897 a cargo del empresario de espectáculos Ernesto Vieco, en el Teatro Municipal de Bogotá.  Una primera vez difícil de olvidar para la capital, sin embargo, hay una primerísima primera vez que le precede al cine de la región.

Para ese entonces en Colombia funcionaban teatros o espacios abiertos como lugares de entretenimiento y la Costa Atlántica era la puerta beneficiaria de diferentes expresiones del espectáculo extranjero, incluido el cine, pues la llegada del cinematógrafo permitió que la Compañía Universal de Variedades exhibiera en puerto Colón (Panamá, que en ese entonces era Colombia),  “un repertorio de vistas, nombre con el que se denominaron las primeras proyecciones cinematográficas que consistían en grabaciones cortas, generalmente de situaciones cotidianas y escenas costumbristas.” [1]

Más adelante, en Bogotá surge una especial primera vez, el 8 de diciembre de 1912, cuando se inaugura el Salón Olympia, edificio de los italianos Di Doménico que llegaron a Colombia en 1910 con dos proyectores Pathé, un generador eléctrico, varias películas y suministros suficientes para montar una firma exhibidora itinerante.[2]

“El edificio, que se construyó al costado sur del Parque del Centenario, ubicaba la pantalla en el centro del salón, lo que marcaba una distinción en el precio de la boletería entre los que veían de frente la pantalla y los que, al otro lado, veían la proyección con sus títulos y letreros al revés. (…) quienes se ubicaban en estas zonas, contrataban personas que tenían la habilidad de leer los letreros al revés o se ayudaban de espejos que permitían invertir la imagen. En el salón también se usaban bancas largas de madera, durísimas para los glúteos de los asistentes”.[3]

Es probable que los asistentes no percibieran que las sillas no eran las mejores para permanecer sentados frente a una pantalla de cine por tiempos prolongados y mucho menos, se dieran cuenta que las condiciones de lectura eran todo menos una experiencia cómoda; pero es probable también, que el asistente que vio la imagen en movimiento por primera vez recibiera la experiencia más mágica y terrorífica (cuentan las historias del cine), que cualquier asistente o consumidor de historias actualmente. Es por ello quizás, nadie, nadie quiere olvidarlo.

Entonces, la experiencia del cine podría nombrarse como un ritual, un performance, una forma única de expresión, un modelo de negocio, una historia inolvidable que moviliza a las personas a una sala de cine, pues regresar a la primera vez es un sentimiento, que además de nostálgico, nos motiva a siempre volver a la magia y dejarnos llevar por las imágenes en movimiento.

LA NOSTALGIA: UN RECURSO DE MERCADEO

La experiencia de ir a una sala de cine ha cambiado con el tiempo, pero drásticamente con la aparición de las plataformas de streaming que se fortalecieron durante la pandemia por el COVID-19, provocaron un cambio en el consumo de historias, tal vez desprovistas de una primera vez o excedidas de primeras veces.

“Desde 1998, cuando Netflix surgió como el primer videoclub online, su salto a los servicios de streaming marcó un antes y un después en el mundo del entretenimiento, pues desde ese momento el número de plataformas y usuarios no ha dejado de aumentar.”

La popularidad de estas plataformas se relaciona con la facilidad en el acceso económico o la comodidad: no hay desplazamiento, hay un amplio contenido para elegir, hay una flexibilidad de programación y posiblemente una cómoda cama o sillón personal. En este panorama, las empresas de streaming han encontrado herramientas que les permiten leer con facilidad a los usuarios (ya no asistentes) sus formas de consumo, y han encontrado en la nostalgia un potencial de venta.

Regresar al usuario a su pasado a través de un catálogo de historias, más que una experiencia de vida es una estrategia de mercado para volver un negocio sostenible:

El consumo de productos inspirados en el pasado ha sido una de las tendencias de compras en 2022 Las marcas apelan a las emociones de los clientes como estrategia de marketing”.[4]

Una efeméride como la historia de la primera exhibición en Bogotá, sería uno de los productos más codiciados, pero nunca otorgaría la experiencia de una primera vez frente a lo que se ha construido con la imagen en movimiento, es decir, la nostalgia se convirtió en una suerte de herramienta de lectura, no en una experiencia. ¡Sin embargo y aún golpeadas, las salas de cine se resisten y sobreviven! De pronto para muchos, dentro de los que me incluyo, nada reemplaza la experiencia de ir al cine.

Afortunadamente, fechas conmemorativas como estas permiten regresar a lo vivido y a lo sentido, no a una herramienta más que cuantifique la cantidad de experiencias acumuladas por el tiempo.

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[1] ALFREDO MONTAÑO BELLO. Credencial Historia. 2018

[2] Andrés Ávila Gómez y Alfredo Montaño Bello, “Salas de cine en Bogotá” (1897-1940)

[3] Artículo tomado de historiasdelcine.es. 2023

[4] La nostalgia, un éxito de ventas. MANME GUERRA. El País. 2022