Cada 27 de octubre, conmemoramos el Día Mundial del Patrimonio Audiovisual, una oportunidad invaluable para pensar en los puentes entre tecnología, memoria y cultura. En la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano, esta fecha no solo es un recordatorio de la importancia de preservar las imágenes en movimiento, sino también un llamado a reconocer que cada soporte, cada cámara y cada registro contienen una huella irrepetible de nuestra historia.
El formato Súper 8 y la cámara digital pueden parecer opuestos pero en realidad ambos hacen parte de distintos momentos del universo de la memoria audiovisual. Mientras la primera nos remite a la textura del tiempo, a la materialidad de los rollos de película y al carácter íntimo y familiar de muchas de sus imágenes, la segunda nos habla de inmediatez, de la posibilidad de registrar la vida cotidiana con nitidez, ligereza y velocidad. En ambos casos, lo que está en juego es la capacidad de dar forma a la memoria: el Súper 8 permitió en su momento que las personas documentaran su entorno desde la cercanía de lo doméstico y la cámara digital democratizó el acceso al registro audiovisual.
El trabajo de la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano consiste precisamente en tender un puente entre estas tecnologías y las generaciones. Preservar el Súper 8 significa rescatar un universo de relatos personales y colectivos: cumpleaños, fiestas barriales, viajes y escenas familiares que, vistas hoy, conforman una memoria cultural tan valiosa como las grandes producciones cinematográficas. Al mismo tiempo, la digitalización de estos materiales —gracias a las herramientas actuales— garantiza que esas memorias circulen, dialoguen y se mantengan vivas en un presente que consume imágenes en pantallas múltiples y efímeras.
En el Día Mundial del Patrimonio, vale la pena pensar que no se trata solo de celebrar los registros que ya fueron, sino de asumir nuestra responsabilidad con lo que hoy estamos produciendo y con la construcción de la memoria del futuro. Cada archivo digital, cada video en un teléfono móvil, cada película independiente grabada con equipos accesibles, es un potencial documento patrimonial. La diferencia radica en si tendremos la conciencia, la capacidad técnica y económica, así como las instituciones para preservarlos en el futuro.
La Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano lleva más de tres décadas demostrando que la memoria audiovisual es un derecho cultural y su salvaguarda, una obligación de los estados. Los registros y archivos audiovisuales nos permiten acceder a una Colombia diversa, con sus tensiones y celebraciones, y nos enseñan que el patrimonio no es lejano e inaccesible, sino que está en los rostros, voces y gestos que fueron registrados en su tiempo. Al hablar de Súper 8 y cámaras digitales, estamos hablando también de esa continuidad: de cómo el acto de filmar y grabar sigue siendo un gesto profundamente humano, un deseo de fijar la experiencia para resistir el paso del olvido.
Hoy, más que nunca, necesitamos fortalecer la conciencia sobre la preservación audiovisual como parte esencial de nuestro patrimonio. En un mundo donde la inmediatez amenaza con la pérdida y donde los soportes cambian a una velocidad vertiginosa, el trabajo de salvaguarda que realizamos es una apuesta por el futuro. Cada cinta de Súper 8 rescatada, cada archivo digital protegido, cada proyección restaurada que llega a las salas o a las plataformas, es una victoria contra el olvido.