Alessandro Basile es el continuador, en el cine colombiano, de la saga que implantó su padre Salvo Basile a partir de su migración a Colombia. Nació en Cartagena en 1971, es director y productor de cine y televisión. Con El cielo (2007) obtuvo apoyo del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico (FDC) y es su ópera prima.

Salvatore, un cura italiano exiliado en Cartagena, que hace uso de marihuana con fines terapéuticos para paliar a los enfermos afectados por el síndrome de inmunodeficiencia, se ve envuelto en la contienda que busca la elección del alcalde de una ciudad que, con más de cinco siglos de existencia y una mayoría de habitantes afrocolombianos, no ha tenido un alcalde negro.

En 1960 el productor cartagenero Álvaro Escallón, al comando de Panamerican Films, estableció sociedad con Manuel de la Pedrosa (1915-1981), oriundo de España, pero residente en Cuba, por esos años, para realizar dos largometrajes para el cine colombiano: Pirañas en el Amazonas y Mares de Pasión, ambos con fotografía del también cubano Roberto Ochoa que, en un impecable blanco y negro, capturo la luz en diferentes regiones del país.

La acción en Mares de pasión (1961) da comienzo en La Habana, en verdad solo hay un plano aéreo de esa ciudad y luego pasamos a situarnos en las playas de Cartagena, al frente del Hotel Caribe. Desde allí, la película, nos lleva en un viaje por varias ciudades, Bogotá y Barranquilla, entre otras, incluye una travesía en el vapor David Arango, por el río Magdalena. A la usanza de la
época las interpretaciones musicales son destacadas, sobresalen las que corresponden a Mario Gareña, en el comienzo de su carrera, las del trío Los Isleños, Garzón y Collazos y Billi Bedoya. Rematando, en las Murallas y el grupo de Danzas de Cartagena, con Delia Zapata, cuya aparición resulta definitiva para la resolución de la historia.

Tres episodios diferentes se unen bajo el título Tres cuentos colombianos: El zorrero con dirección de Alberto Mejía; Tiempo de Sequía y La Sarda de Julio Luzardo. En La Sarda, un pescador manco y su hijo utilizan la dinamita por eso se enfrentan a la comunidad afrocolombiana del por entonces pueblo de pescadores de La Boquilla. La fotografía de La Sarda la hizo el eminente maestro brasileño Helio Silva (1929) los efectos de luz, la claridad, y la calidad de la imagen son sobresalientes.

La población natural de La Boquilla participó activamente durante la filmación, lo que se hace ver y sentir en la fluidez del relato fílmico, uno de los primeros del cine colombiano, en destacar a los afrocolombianos frente a la cámara.

La historia de un boxeador Cartagenero que se gana la vida como “carnada”, el que pelea, sin tener ninguna posibilidad de ganar, porque su oficio es servir a los aspirantes a campeones, por lo que siempre tendrá que perder. Un día aparece un niño de la calle que dice ser su hijo. El boxeador, encontrará a alguien que lo hará sentir valioso y el niño aprenderá a admirar al que es capaz de hacer sacrificios y no busca ser el vencedor.

Rafael Martínez Moreno, el director de El Piedra, logra con sus personajes y el grupo de los actores que los interpretan, toda gente de la comunidad, con poca o ninguna experiencia en la actuación, una película que mira a Cartagena desde el punto de vista del ciudadano que, habitando la pobreza y la calle, vive con dignidad.

El productor y realizador colombiano Erwin Göggel (1949), dio a conocer en 1992 el cortometraje, Lumbalú, documental sobre los ritos funerarios de las comunidades afrocolombianas del Caribe Colombiano. Del Palenque de San Basilio es el largometraje, elaborado a lo largo de 17 años de acercamiento al importante enclave de colombianos, de procedencia africana escapados de la esclavitud, cercano a Cartagena de Indias, que por siglos han conservado sus ritos ancestrales, su música y lengua propias.
Con una profunda sensibilidad y empatía se presenta a la comunidad palenquera a través de sus manifestaciones culturales, su habitat y personajes como Paulino Salgado Valdez Batata III, conocido así por ser el tercero en la línea dinástica de percusionistas o “tamboleros”, como son llamados por los palenqueros.