A mediados de los años 80 el cine colombiano seguía debatiéndose en la búsqueda de alternativas que le permitieran mantener la producción nacional vigente, constante y, en resumen, viva. Con la Ley de Sobreprecio (de la que ya hemos hablado) con sus aciertos y errores, se mantuvo de alguna forma viva una llama que permitió la consolidación de nuevas obras, en su mayoría cortometrajes, que hoy hacen parte de la cinematografía local.

Así lo atestiguamos el pasado 23 de julio en una nueva sesión de Memoria Activa, en donde en el marco de la exhibición de tres mediometrajes clásicos colombianos, se abordó algo de las historias de financiación e iniciativa estatal que, de manera posterior a la Ley de Sobreprecio, protagonizaron la dinámica cinematográfica durante la década de los 80.

En este nuevo encuentro, realizado como siempre a través de la plataforma virtual Zoom, nos acompañaron, bajo la conducción y moderación de Alexandra Falla (directora de la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano) y Rito Alberto Torres (subdirector técnico de la misma), los panelistas Luis Fernando ‘Pacho’ Bottía (director de cine), Fernando Riaño (documentalista) y Sandro Romero Rey (escritor y realizador).

Durante la sesión se hizo un recorrido por los esfuerzos de Focine, por ejemplo, que bajo una figura hasta la fecha (años 80) prácticamente inédita, abrió un espacio para el estado como productor de cine colombiano. Labor de la que quedó, entre otras, la serie de mediometrajes Yuruparí que, bajo la dirección de nombres como Gloria Triana, Fernando Riaño, Jaime Osorio o Jaques Marchal.

Durante estos años se produjeron los también conocidos “Mediometrajes de Focine”, producciones realizadas a través de la financiación estatal gestionada por este ente y que migraron de las salas de cine a las pantallas de la televisión pública. Entre estos se destacan Aquel 19 (Carlos Mayolo, 1985), El Guacamaya (Luis Fernando Bottía, 1983) y Furruquero Llanero (Ofelia Ramírez y Fernando Riaño La Rotta, 1985); mediometrajes que fueron proyectados en esta misma sesión de nuestra Memoria Activa.

Obras que surgieron en parte gracias a convocatorias de Focine que entre sus requisitos para recibir financiación requerían de contar con la aprobación de un jurado calificador que evaluó, entre otras, la hoja de vida del equipo de realizadores, el presupuesto de la producción, el guion final y el plan de rodaje. Los proyectos aprobados, de una duración de 25 minutos, se emitirían en televisión nacional y los derechos de las obras pasarían a ser de propiedad de Focine (hoy Proimágenes Colombia).

Así surgieron entonces Aquel 19, obra del director caleño Carlos Mayolo que, enmarcada en el estrépito de las pandillas y las notas de la música tropical de los años 60 de Cali, narraba la historia de dos jóvenes adolescentes que tratan de burlar obstáculos para sostener encuentros furtivos en una relación que terminaría por definirse en un trágico final. Pieza emblemática del cine de Cali y de Mayolo, uno de sus más grandes exponentes.

Por otro lado encontramos El Guacamaya, una historia que se ambienta en las calles de Barranquilla pero en donde el color lo pone su protagonista: un hombre llegado del interior del país que, con una mezcla inverosímil de tonos en sus prendas de vestir, dedica sus días a exponer a deudores de la ciudad ante sus propios vecinos y conocidos en una manera de presionar el pago de las obligaciones pendientes. Esta obra de 1983 y con una duración de 23 minutos fue dirigida por Luis Fernando Bottía.

Finalmente, la tradición y cultura del llano colombiano con Furruquero Llanero, documental de 1985 que hizo parte de la serie Yuruparí y que, ambientado en locaciones de Yopal, capital del Casanare, nos contó las vivencias, tradiciones y otros elementos emblemáticos del llanero  a través del ‘cuchuco’, el típico hombre del llano: jornalero, folclorista y que sabe curar y proteger a humanos y animales a través de rezos. Dirigido por Ofelia Ramírez y Fernando Riaño, Furruquero Llanero es uno de los episodios más destacados de la multigalardonada Yuruparí.

Estas tres producciones fueron rodadas en 16 milímetros y sus derechos son de propiedad de Proimágenes Colombia.

Memoria Activa volverá con una nueva sesión el día 5 de agosto en donde la conversación se centrará en Mujer y Cine colombiano, un repaso al papel de directoras y productoras que han puesto sus propias firmas en la construcción de la filmografía nacional.

Presentación Conversatorio Cortometrajes Colombianos-El Estado como productor:

CORTOMETRAJES COLOMBIANOS-EL ESTADO COMO PRODUCTOR