El fútbol es una gran representación cultural que no solo apasiona a fanáticos, sino que también encuentra su lugar en el seno de la sociedad en tanto que dialoga con nuestras dimensiones humanas. Por este motivo es posible ver este deporte en manifestaciones culturales y artísticas, así como en textos literarios y piezas cinematográficas sobre las que numerosos intelectuales reflexionan. Por un lado al pensar en cine y fútbol se piensa en su auge y asimismo en la notoria contribución que este tópico ha brindado no solo para el desarrollo de nuestras comunidades, sino para la expresión de objetos estéticos.
Al ser narrado y expresado a través de piezas audiovisuales este deporte logra escenificar de una manera lúdica a la sociedad y trasvasar sus valores por medio de metáforas como las del “juego limpio”, en la que se puede hacer una analogía con la decisión para malograr el trato y los rumbos de nuestras acciones, o por el contrario de redimirlas y sacar a relucir un ethos comprometido en el que la vida y el juego se asemejan a una actitud común y solidaria, lo que podría equipararse en otros términos a “saber jugar “limpio en equipo”.
En el plano del patrimonio audiovisual, el fútbol ha estado presente desde los inicios. Prueba de lo anterior son producciones como las de 1929 de Acevedo e Hijos, en las que el balón pie reluce dentro de las Olimpiadas Nacionales de Cali −lo que más tarde se convertiría en los Juegos Deportivos Nacionales−. En este fragmento de veintidós minutos y cuatro segundos de cine silente se da cuenta de la primera justa deportiva de este tipo, la cual tuvo lugar en Cali desde finales de diciembre de 1928 hasta el 10 de enero de 1929. Las características del evento permitían que participaran categorías juveniles y estudiantiles. En los fragmentos recuperados se encuentran visitas de Cali, así como visitas a las industrias en funcionamiento de la ciudad. Igualmente, es posible apreciar las primeras filmaciones de encuentros futbolísticos para las cuales fue construido e inaugurado para esta ocasión el Estadio Galilea.
De la mano de este recorrido nos topamos con películas como El número uno, una película no terminada. Este filme fue dirigido y producido por los hermanos Pinzón (Leopoldo, Carlos y Germán). Cabe mencionar que esta realización coincide con el Mundial de 1962 y trataba sobre Francisco “Cobo” Zuluaga, un futbolista colombiano de la llamada época de “El Dorado”. Sobre esta realización en la publicación Cuadernos de cine colombiano, (No 14, 1984) encontramos la siguiente información:
“En cerca de dos meses se filman 280.000 pies de película que se revelan y positivan en uno de los dos rudimentarios laboratorios de aquel tiempo: “Roquinfilms” de Roberto Quintero, instalado en el barrio Santafé. Del mismo modo, se realiza el primer montaje, por lo que la película queda lista para el doblaje… Tras un intento de remontaje los productores resuelven abandonarla en una decisión de cuya justicia hoy dudan, pero que, por su carácter rotundo fue irreversible”.
Por su lado, filmes como Posición viciada (1997) de Ricardo Coral-Dorado, o Golpe de estadio (1998) de Sergio Cabrera, ponen de manifiesto la manera en la que el fútbol como espectáculo puede salvar diferencias irreconciliables que se solventan a partir de la noción de identidad común que este deporte genera.
La película recomendada del mes es La Pena Máxima escrita por Luis Felipe Salamanca y Darío García a propósito de un cuento homónimo del escritor José Luis Varela. El filme fue dirigido por Jorge Echeverry en el 2001 y cuenta con la actuación protagónica de Enrique Carriazo. La historia de Mariano Concha un oficinista de clase media que está obsesionado con la Selección Colombia ha sido considerada una de las películas más taquilleras en el país hasta el punto de llegar a ser adaptada este año en México por Rodrigo Triana bajo el nombre de Tuya, mía…Te la apuesto.
La cinta original de La Pena Máxima muestra hasta donde puede llevar la pasión por el fútbol, cuyas consecuencias pueden ser tanto catastróficas como hilarantes. En esta película se carnavalizan los valores de lo establecido, es decir, se suprimen de forma momentánea las reglas de la vida cotidiana para dar cabida a la imaginación y al placer, a la obsesión por el balón pie como motor vital. De esta manera, el espectador puede identificarse o repeler el uso frecuente de estereotipos para designar la forma en la que lo colombiano se vuelve espectáculo dentro del espectáculo mayor.
La Pena Máxima fue galardonada en España en el año 2001 y recibió el Colón de Plata al mejor guion adaptado en el 27° Festival de cine iberoamericano de Huelva. A su vez, en el 2002 también recibió el Premio del Público en la Muestra Cultural Iberoamericana en Canadá y el Mezquite a la mejor película en español del 25° Festival de Cine de San Antonio en Estados Unidos.