EL CINE: UN TESTIMONIO SOBRE BOGOTÁ
El cine como lo conocemos existe desde hace casi 130 años; a Bogotá llegó el 1 de septiembre de 1897 cuando el barranquillero Ernesto Vieco lo presentó por primera vez en el Teatro Municipal con un programa de vistas típicamente Lumière. A partir de entonces, el séptimo arte cautivó al público bogotano y ha servido para contar diversas y extraordinarias historias haciendo que la capital del país experimente una relación simbiótica con este.
El cine ha servido no solo para el entretenimiento, sino también para hacer registro y preservar eventos históricos, documentando las diversas culturas y sociedades a lo largo del tiempo en sus costumbres y tradiciones. Las películas pueden proporcionar una perspectiva más vívida e inmersiva que los propios libros de historia, permitiendo a las audiencias experimentar cómo se veía, sonaba y se sentía el pasado. De ahí la frase “Una imagen vale más que mil palabras”.
Fotograma ‘Carnavales estudiantiles en Bogotá (1928) – Archivo Histórico Cinematográfico Colombiano de los Acevedo
Bogotá, es probablemente el mayor centro cultural y artístico de Colombia, y ha sido un lugar propicio para la difusión y promoción de las distintas manifestaciones artísticas. Las obras audiovisuales (largos, medios y cortos) han logrado capturar aspectos de la ciudad a lo largo del tiempo, mostrando su evolución, problemáticas y transformaciones sociales, lo que ha permitido preservar la memoria colectiva y contribuir a la construcción de una identidad cultural más sólida y cohesionada.
La capital del país ha sido retratada por las imágenes en movimiento en diversas ocasiones, desde películas más antiguas que muestran como era en el siglo pasado hasta producciones más recientes que la retratan en su contemporaneidad, el cine nos permite ver cómo ha cambiado la apariencia y el paisaje urbano con el pasar de los años; mostrándonos diferentes facetas de este territorio. Estas diversas formas terminan siendo un testimonio fundamental que nos permite ver a la metrópoli en su evolución y, sobre todo ver como el arte imita a la realidad en cuanto a que la rica filmografía nacional esta plagada de cintas de diferentes épocas y de diferentes personas que plasman sus propias visiones sobre Bogotá, siendo evidencia de la ciudad en la que vivimos y la que queremos vivir, convirtiéndose en una expresión ciudadana importante. Esto ultimo es lo que transforma al cine capitalino en patrimonio.
Fotograma ‘Pickpockets’ (2018) – Peter Webber
Desde la difusión de la cultura y el arte hasta la promoción del diálogo y la reflexión social, el séptimo arte ha enriquecido la vida de los bogotanos y ha contribuido a la consolidación de una identidad colectiva, siendo un reflejo de nosotros mismos como sociedad, mostrando de donde venimos y hacia donde vamos.
Por eso hoy que nuestra capital cumple 485 años, es más importante que nunca ver aquellas películas que a través del lente nos han mostrado lo hermosa y caótica que es Bogotá.
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