“Albricias, albricias”, como diría aquel que descubre tierra firme en altamar. El pasado dieciséis de octubre y dentro  del marco del BIFF se proyectó, en el teatro Avenida Chile, la cinta restaurada de Cristóbal Colón: una de las primeras películas animadas del país, cuya dirección estuvo a cargo del maestro Fernando Laverde.

El renacimiento de este hito del cine colombiano fue producto del trabajo de Proimágenes Colombia y la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano, entidades que hicieron un especial reconocimiento al legado del director. Por ese motivo, antes de la exhibición de la cinta, Laverde fue homenajeado por una vida y una obra dedicada al audiovisual. Cabe recordar que Fernando es uno de los pioneros de la animación en Colombia. Después de ganar en España un galardón a la mejor película educativa, regresó al país con la intención de promover y hacer camino en la entonces inexistente ruta del cine infantil.

En su derrotero se destacan: “El país de Bellaflor” (1972), “La maquinita” (1973), “Un planeta llamado Tierra” (1979), “Semillitas rojas” (1979) y “Agua que no has de beber (1980). Adicionalmente, Laverde dirigió los largometrajes: “La pobre viejecita”, adaptación de la fábula de Rafael Pombo que contó con José María Arzuaga como co-guionista. En la lista de obras contamos, por supuesto, con el clásico “Cristóbal Colón”,  (1983), así como con los documentales: “Colorín Colorado” (1973), “Los ceramistas” (1978) e “Imagen y sonido”, película animada co-dirigida  con Julio Luzardo en 1975.

La implicaciones de  la versión restaurada de “Cristóbal Colón” suponen un regalo para las nuevas generaciones, y para todos aquellos que han incursionado en la animación, pues la obra de Laverde suscita el heroísmo de un camino visionario que hoy en día puede ser admirado con renovado espíritu.